
Foto: Ricardo Scheleff
Pequeños espacios de tierra que nos dan cierta suerte de seguridad, eso es, nuestras propias islas creadas para tener un lugar donde descanzar y evitar undirnos. Cómo se comparte?? Cómo, en qué minuto decides que se puede aceptar a alguien invadiendo tu privacidad y tu espacio??
Es fácil ver historias, incluso escucharlas a la distancia, pero compartirlas....no sé compartirlas....no puedo, trato y lo más cerca que llego es a hacer invitaciones momentaneas a paseos fugaces que podrían desaparecer sin dejar rastro y sin lograr perturbarme más allá de un instante.
Pero ahí están, y al mirar las islas vecinas vemos atardeceres solitarios y crece la añoranza de tiempos pasados con fantasmas de ilusión.
Y vuelven a nacer las ganas de tratar, pero esta vez, sin la fuerza para para hacerlo, sin el ánimo de tener más desilusiones ni dolores creados gratuitamente.
Y qué pasa si cada persona pensara como yo?? Qué pasaría si el mundo entero se quisiera quedar en su isla y nunca llegara alguien a buscarme?? Saldría yo?? Lo dejaría entrar sólo por no sentirme sola en un espacio infinito? Dejaría mi paz inventada para buscar una paz compartida más real?? O tal vez, no sería tan real como creo??
Será mi paz real, adornar mi espacio, determinar mis espacios y preparar mi isla para mi?? Será que habemos personas creadas para estar solas y disfrutarlo? O solo será que aun no aparece la persona que debe venir a acompañarme y eso me provoca ansiedad??... La espera no me molesta, pero si la insertidumbre....Me duele saber que cierro puertas y hago daño al no dar espacio, al ni siquiera intentarlo. Pero no quiero intentarlo, y qué se puede hacer contra el no querer tratar.......